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Oscar Fernández López

 

            En el ocaso de la posmodernidad cálida y sus dealers-fagocitadores de imágenes y objetos-mercancía, al final de ese período de desinterés hacia la apertura de canales entre la producción artística y el dominio de lo social, emerge un ilusionante, a la vez que necesario, debate en torno a la renegociación de las prácticas artísticas arbitrado desde el nuevo horizonte de experiencia social y estético que definen los recientes hallazgos tecnológicos orientados hacia nuevas vías de telecomunicación y de acceso a la información. Desmaterializado y, ocasionalmente, anónimo; transdisciplinar y anti-epocal, el net-art elude los "espacios de impunidad"1 y las presencias diferidas programados por los canales institucionalmente integrados.

Los e-works de Tete Álvarez trabajan -como sus piezas de video de los años noventa- sobre este propósito de subvertir la objetualidad fetichizada de lo artístico, inclinándose hacia la estética de la desaparición de Paul Virilio como impulso transcendental para una reconsideración cronopolítica de la sociedad post-capitalista. Esta desintegración de la obra se revela como un proceso de desmontaje tanto de sus anclajes geográficos, su naturaleza cosificada; como de su territorialización temporal. Desde este momento la experiencia del arte acontece en tiempo real, su entidad ya no es representacional, testimonial ni simulativa.

En su retorno "a lo real", la producción artística de Tete Álvarez abandona el concepto de "techné phantastiké" plátónico según la cual: "la técnica del artista, la imitación, no consiste en "copiar la naturaleza", sino en "producir simulacros", no semejanzas de lo real, sino diferencias"2 para derivarla hacia una política del acontecimiento considerada desde las mismas condiciones de ubicuidad, instantaneidad e inmediatez que Paul Virilio describe como epifanías de ese poder absoluto de la comunicación que ha tiranizado la sociedad informacional 3 , pero transformándola en mecanismos estéticos resistentes.

Redefiniendo lo artístico en los mismos canales mediáticos de estandarización post-capitalista, cuestionando sus mecanismos de retroalimentación, Tete Álvarez transita desde sus anteriores reflexiones sobre el fenómeno televisivo como sublimación "telepolitana" del neoimperialismo de lo espectacular integrado debordiano y sobre la artificiosidad de paisajes fingidos como categorización del simulacro, hacia la explicitación de las nuevas dictaduras económicas post-Fordistas. Esta evolución lógica desde la crítica a la sociedad espectacularizada a una estrategia de control más activo no se identifica, sin embargo, ni con la inoperancia de la utopía de redención tecnológica, ni con la práctica específica de intervención/integración artística en la esfera pública planteada con fuerza desde nuevas plataformas de resistencia activa.

Más bien, su discurso asume la "creación artística en las redes como descubrimiento de las operaciones latentes tras ese enaltecimiento de los detalles intensivos propios de la publicidad y el consumo"4 conjeturando una lógica discursiva indicial, hilvanada por un sentido irónico-lúdico, que se materializa en indiscriminados ensamblajes visuales/conceptuales construidos sobre esas imágenes corporativas multinacionales responsables de la perversa y a la vez vulnerable "fortaleza global" emergida del reverso más oscuro de la utopía transfronteriza de Marshall McLuhan.

 

(1) Larcade, F.: "Pensar es fácil, actuar es dificil. consonni" en Llano, Pedro de; Gutiérrez, Xose Lois (eds.): En tiempo real. El arte mientras tiene lugar, Fundación Luis Seoane, A Coruña, 2001, p. 92.

(2) Pardo, J.L.: "Naturaleza y arte a finales del siglo XX. Ensayo sobre la falta de significado", en VV.AA.: rostro @ representación. com. Cuadernos Arteleku nº 13, Donostia, 1998, p. 13.

(3) Virilio, P.: El cibermundo, la política de lo peor, Cátedra, Madrid, 1997, p. 19.

(4) Martín Prada, J.: "El net.art o la definición social de los nuevos medios", en Brea, J. L. (coord.): net.artmadrid.net, Ayto. Madrid, Madrid, 2001, p. 11.